La leyenda de Rosa Llovizna
Quedó mal del tarro. Los padres la ingresaron en una institución para dementes. Nunca conoció varón. Cuando le aprietan las hormonas se escapa del manicomio y va a dar a una gasolinera cercana. Allí se mete en el autolavado, se refresca bajo la presión a chorro de las mangueras y deja que los enormes cepillos le hagan cosquillas en las nalgas y en los pechos.
Sale mojada y empitonada como una fiera. Al primero que pilla lo tumba y lo hace suyo.
Pero nunca logró ver a la flor pene. De ahí su tristeza.
Pobre Rosa Llovizna.